Cuando debemos regar y en qué cantidades.
Artículo revisado por el Comité
Todos los que tenemos un jardín, siempre estamos con la preocupación de saber cuanto regar, si en las mañanas, si en la noche. Este pequeño artículo nos puede servir.
Cuándo regar y en qué cantidades
Llegan las altas temperaturas y nuestras plantas comienzan a sufrir los efectos del calor: hojas amarillas, ramas secas, flores quemadas... Aparte de la exposición al sol, que pocas especies aguantan en verano salvo las autóctonas, el riego es un factor esencial para mantener viva la belleza natural de nuestro jardín o de las plantas de interior. De hecho, en la mayoría de ocasiones, el temor a que nuestros ejemplares se queden secos hace que los reguemos más de la cuenta, lo que provoca daños irreparables.
Si tenemos un jardín, hay que evitar los encharcamientos. Empapamos la tierra, pero sin dejar grandes charcos. Los macizos de flores hay que regarlos a diario, siempre y cuando se mantenga la floración. En el caso de los huertos, evitaremos que el agua entre en contacto con el follaje y los frutos. Para los interiores, hay que asegurarse de que la tierra no se queda completamente seca. De este modo, la planta te irá diciendo cuál es la regularidad necesaria. No olvidemos que el calor seca muchísimo el ambiente. Si la temperatura dentro del hogar supera los 25 ºC, habrá que pulverizar con agua el follaje de las plantas para humedecerlas. Una solución permanente es recurrir a los humidificadores pero sería una solución muy cara.
Todo buen jardinero sabe que el mejor momento para regar el jardín o las macetas es al atardecer o al amanecer. Suministrar agua a pleno sol es malgastar los recursos: con el calor se evapora y las plantas no reciben el sustento que necesitan. Además, en la pradera de césped y en las hojas y flores de las plantas, las gotitas de agua pueden funcionar como una lupa y quemar el follaje.
Sin duda, regar a primera hora de la mañana es una gran idea, ya que también se limita la posibilidad de que nuestras plantas enfermen a causa de los hongos. Pero, como en todo, existen diversas teorías. Otros expertos recomiendan suministrar el agua a última hora de la tarde ya, que se minimiza la pérdida por evaporación y conseguimos llegar a las capas más profundas del suelo.
Respecto a la frecuencia, ya hemos mencionado que depende mucho de la planta, y que la tierra, que nunca ha de secarse del todo, nos dirá cuándo tenemos que regar. Sin embargo, en el caso de los jardines, siempre es preferible regar dos veces por semana abundantemente que hacerlo todos los días durante un par de minutos. Cuando se hace durante poco tiempo, el agua se queda en la parte más superficial del terreno y casi no alcanza las raíces.
Tranquilidad en vacaciones
Cuando es verano, apenas podemos esperar a que lleguen las semanas en las que escaparemos del mundanal ruido y disfrutaremos del relax de la playa o el sosiego del campo en compañía de los nuestros. Sin embargo, dejar nuestro hogar durante un largo periodo de tiempo también implica desatender las plantas. Para empezar, no hay de qué preocuparse: si la escapada es corta (una semana), nuestros ejemplares aguantarán bien un abandono temporal.
Si el retiro es más prolongado, podemos recurrir a amigos o familiares para que rieguen. Si eso no es posible, existen algunos métodos caseros para que nuestras plantas sobrevivan:
* Cuerdas de algodón trenzado: introducir un extremo de la cuerda en un cubo de agua y el otro, enterrado en la tierra dentro de las macetas. Por capilaridad, la planta irá bebiendo el líquido que vaya necesitando.
* Botellas de agua para autorriego: llenamos una botellita de agua y cerramos el tapón, al que habremos hecho previamente un agujero. Enterrada boca abajo en la tierra irá suministrando poco a poco agua a la planta.
* Programador de riego: si tenemos un jardín demasiado grande, seguramente el truco de las botellas no sea de utilidad. En este caso, lo mejor es recurrir a los programadores de riego.
* Gel de agua: este nuevo sistema permite olvidarnos del riego durante un mes entero. Lo único que hay que hacer es colcoar un pequeña cantidad (pizca de sal) en la raíz de la planta, junto a la tierra, y poco a poco se irá expandiendo con el contacto del agua, tiene una duración de hasta tres días y una vida útil de seis años.